Seamos herejes de lo establecido
y reneguemos de los mitos del amor.
Arranquemos de nuestros labios todos los “te querré para
siempre...”
y despedacemos los “…por encima, incluso, de mí misma”.
Asegurémonos de no enseñar a los futuros a romper con las
cadenas,
porque nazcan ya libres de prejuicios.
Y formemos líneas de guerra
en son de paz y de vida
para combatir por el rebeliamor.
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