Medio año después,
en el mismo banco
de nuestra última comida de boca.
Beso de verano
y mis tripas revueltas
por el adiós
de hasta quién sabía cuándo
y un cuando de no imaginarnos cómo.
Ahora igual,
aunque menos preocupada;
el corazón a un lado
(pero muerta de cariño).
Me acaricias el pelo fuerte
e intuyo que estás pensando en sexo;
el de aquella noche antes del último beso,
en la que fuera por entonces
nuestra trincherahabitación.
Y sé que te gustaría besarme
porque me miras, embobado, la boca
mientras te hablo de cualquier cosa.
Pero ya no es septiembre,
amor,
y hemos dejado el corazón a un lado.
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