Para mí,
que no soy cenicienta
-ni lo pretendo-,
la magia comienza a las doce
cuando las princesas se sueltan el pelo
y se quitan los tacones
sin preocuparse de bailar descalzas,
mientras empiezan a ser ellas mismas
contagiadas por la noche
y unas copas que nunca están de más.
y unas copas que nunca están de más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario