Que yo estoy bien hasta que se demuestre lo contrario.
Como aquel día en que reparé que no había sido capaz
de ser superior a mí misma.
Porque después de haberte olvidado,
seguía recordándote.
Después de haberte odiado,
te seguía queriendo.
Y después de asumir la pena que te tenía
por estar tan perdido,
descubrí que era yo la desorientada
que había seguido tu luz
y estaba desubicada de mí.
Pero “para encontrarse,
antes siempre hay que perderse”,
y gracias por contribuir en mi búsqueda.
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